jueves, 8 de julio de 2010

La Sinrazón


El dueño de la empresa en la que trabajo es un hombre irascible, desorganizado al que sólo el que no quiere "no le ve la cara", pero él cree que es poderoso, respetado, siempre conla razón, pero al que a sus espaldas todos hasta el 10 de mayo le recuerdan.
No sé si todos los jefes sean igual, pero en mis dos experiencias laborales me han tocado más o menos de la misma forma.
A este último, al principio, lo tenía en un concepto muy diferente al que verdaderamente es: Un hombre de principios, leal a sus convicciones, que procuraba el bienestar de sus empleados, en fin, algo totalmente utópico.
Con el paso de los años, sí tengo años ahí, me he dado cuenta que es todo lo contrario. Me he dado cuenta de todo lo que hace para perjudicar a sus trabajadores, cuando hay algún problema no le da la razón a quien la tiene, sino al que llega primero con el chisme, se desquita de sus enojos, frustraciones e impotencias con el primero que se cruza en su camino o tiene la desgracia de entrar a su oficina...
Según eso soy una de las empleadas a la que "más confianza le tiene", cosa que yo no creo, ni quiero.
Fueron muchos detalles los que se fueron acumulando durante años para que yo le perdiera el afecto... y anteayer, hasta le lealtad.
Son varias personas las que lo han engañado, han abusado de él robándole, de algunos se ha dado cuenta de otros no.
Con la persona con la que yo tengo que trabajar directamente lo hace, el robar es una de las cosas que no va con mis principios y valores. Durante toda mi vida he hecho todo lo que está a mi alcance para portarme como una persona de bien, seguir el camino de Cristo y no defraudar ni mi fe, ni mis valores y tampoco a mi Padre en el cielo y a mis padres en la tierra.
Es por eso que quise ponerlo sobre aviso, decirle lo que estaba pasando... y salió al revés. Me escuchó, me dió como luego dicen "el avión" y todo quedó ahí.
Cuando la persona esa que sí no le importar robar se dio cuenta que le soy (era) fiel al jefe y que no entraba en el juego del robo y la transa, se enojó, quiso boicotear mi trabajo.
Cuando lo informé al dueño de la empresa, me culpó de todo, de que era un "chisme" entre las dos, que eso "afectaba" a su empresa y que a él no le importaba en lo más mínimo lo que estaba pasando.
Me agredió con sus gritos, sus insolencias... dicen que está enfermo, pero eso no es justificación.
Reconozco que en ese momento me enojé, pero también murió en mi el último intento de tenerle un poquito de afecto.
Cabe destacar que es un hombre "ateo" que le encanta ofender a Dios y los que creemos en Él, bueno aclaro que a mi me respeta y muchas veces hemos tenido discuciones porque defiendo mi fe.
Y digo "ateo" porque grita a los cuatro vientos que no cree en Dios, ni en ninguna religión y ataca con saña al catolicismo.
¿Por qué estoy ahí?, porque yo sí se separar lo que es trabajo de mi vida personal, él no...
Pero eso sí, cuando se casan los hijos hacen misa en el templo más bonito, con sacerdote y todo el rito incluido... burla y más burla, pero en fin, cada quien sabe lo que es y lo que quiere.
La vida le ha dado lecciones muy duras, perdió a una hija de una forma tremenda: en una accidente, ahora se dice que él tiene cáncer, esto último no me consta... pero de que tiene una enfermedad grave, eso es cierto.
Y ni así cambia, ni así logra distinguir la lealtad de la deslealtad.
Yo me quedo tranquila con mi conciencia y mi vida. Tengo una familia que amo y que me ama, Dios me bendice todos los días y a Él le ofrezco los sinsabores de este trabajo... del que sé que un día me iré con la frente muy alto y con la certeza de que hice lo que tuve que hacer.
Al dueño de la empresa no le guardo rencor, al contrario, que Dios lo bendiga, porque se necesita estar muy solo y sufrir mucho, necesitar tanto a Dios como para vivir de esa manera: con tanta amargura, tanta ceguera... tanta sinrazón

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