lunes, 12 de julio de 2010

Natalia


Hoy hablaré de una de las mujeres más importantes de mi vida. Su nombre es Natalia y es mi abuela materna, aunque hace muchos años que murió, sigue muy presente en mi existencia. Pienso constantemente y me hubiera encantado que me hubieran puesto su nombre. Era una mujer sencilla y humilde, quedó huérfana de madre desde muy pequeña. Se casó con mi abuelo, un hombre viudo sin hijos, y con él no tuvo una vida feliz porque era el típico macho mexicano que la golpeaba y la maltrataba de muchas más maneras, como el correr de su casa un día a mi bisabuelo, el padre de mi amada Natalia. El día que supe eso, lloré de tristeza pensando en lo que sintió mi abuela y lo sola que estuvo casi toda su vida.
La recuerdo ya muy viejecita, pero muy dulce. Perdió la vista, pero así nos cuidaba a mis hermanos y a mi, nos enseñó muchas cosas que hasta la fecha son importantes para mí, como saber ser una esposa amable, paciente, llevar un hogar con alegría, pero sobre todo ser valiente y enfrentarse a la vida con alegría y fe en Dios.
Le deciamos "Mamá Grande" y en verdad lo era, mi querida Natalia fue y es grande. No sé si en sus demás nietas y nietos dejó el mismo sentimiento que en mí, pero yo la recuerdo muy seguido y me siento tan bendecida por haber sido parte de ella.
Hasta el último momento se acordó de mí: Murió en enero, y en diciembre, fue a todas las posadas que la invitaron sus vecinas y juntó todos los dulces que le dieron para mi. Ese fue su regalo de despedida.
Si algún día Dios me bendice con una hija, llevará el nombre de mi querida Natalia, esa mujer sencilla, humilde, que no veía con los ojos de su cara, pero que tenía un alma pura, una fuerza grande y veía con los ojos del alma.
La que me dio amor, el cariño de una abuela. Fue la única que conocí, mi otra abuela murió años antes de que yo naciera, y aunque me cuentan que también fue una maravillosa mujer, sólo tengo eso: comentarios.
Con mi "Mamá Grande" tengo recuerdos tan vívidos como si hubieran ocurrido ayer, sus manos cansadas y trabajadas acariciandome, guiándome...
En mi corazón vives mi amada Natalia, nos faltó tiempo para seguir queriéndonos en la tierra, me hubiera gustado hacer mucho por ti, darte los cuidados y el amor que te faltaron... me faltaron muchos abrazos, caricias y besos.
Escribo esto y quiero llorar, pero no, tú mereces una sonrisa y lo mejor de mi, porque eres mi luz y donde estás sé que eres un ángel para mi.
TE AMO y mientras viva te llevaré en mi corazón y en mi alma como parte de mi...

2 comentarios:

Hna. Eugenia dijo...

¡Me encantó conocerte y también a tu abuela Natalia!
Paso poco por mi blog.
Un abrazo.

Nina dijo...

Hermana:

Me siento encantada por su visita. ¿Le cuento algo?, me hubiera encantado ser religiosa, desgraciadamente luego de leer a San Francisco de Sales descubrí que no era mi vocación. De cualquier manera trato de servir a mi Señor siempre y en todo lo que hago; pero siento un cariño muy especial por las religiosas, de hecho tengo una prima que lo es. Y de mi amada Natalia ¿qué le puedo decir?,¡era la máximo! Saludos y la seguiré visitando seguido por su blog, que Dios la cuide y la bendiga.